Pensé que pasaría mucho tiempo para volver a sentirme así, ¿cómo? Con el corazón roto.
Siento que en ese ámbito no tengo tanta experiencia como otras personas y que tal vez mi corazón roto es solo una pequeña grieta en comparación a otros. Pero, es algo un tanto nuevo y extraño para mí. Es una sensación en la que se aprieta el pecho, que te cuesta respirar y que sientes ganas de llorar como ese estilo de películas, apasionado, con gritos, de los que antes cuando era chica no lo entendía y en algunas ocasiones me reía por exageración ¡mirá de quién te reíste vos! me dice mi mente.
Digamos que mis súper experiencias en el mundo de los amoríos ha sido bien nerd, tal vez demasiado, pero bueno. El único pololo the real fue entre básica, media y cuando salí, al comienzo me caía como el hoyo (perdón por mi francés), creo que fue porque hablaba en inglés y yo muy openenglish.com the books on the table me sentía ridícula hablando como Tarzán. Pero cuando comencé a comprender lo que hablaba y cuando él también hablaba de la misma manera, pero español me sentí menos avergonzada y eran risas por horas. Parecía película gringa (él era, es no se ha muerto gringo), todo felicidad y amor, me aterraba porque era todo nuevo y en ese entonces había un grupo de personas en el colegio que me hacían sentir como si fuera un mojón andante, así que no podía comprender que este rucio se hubiera fijado en mí, la cual no tenía un cuerpo bonito, la que no se valoraba, la que dejaba que la pisotearan y más. Me costó demasiado creerle, pero se dio el tiempo de demostrarme y hacerme entender que era una persona que valía todo el universo. Recuerdo que no existía rutina, siempre había algo distinto y eso siempre era sorpresa por ambas partes, fueron buenos años, mientras las cosas en casa no iban bien él me apoyaba, mientras las cosas no iban bien en el colegio él seguía apoyándome.
Posterior a un par de años, teníamos ideas distintas de lo que queríamos hacer, él por su parte quería algo serio conmigo, matrimonio, hijos, mascota, vida feliz. Yo por mi parte, estudiar, estudiar y viajar, lo del compromiso me daba pánico, lo de los hijos el triple. Luego de intentarlo un año, fue mejor separar nuestros caminos. En esa oportunidad la que dio término de la relación fui yo, esto se sintió mal, más bien culpable pero era llevadero, aparte nunca nos separamos aunque usted no lo crea, seguimos siendo amigos, muy muy buenos amigos, es algo extraño, generalmente todos odian a sus ex´s.
Todo iba bien, yo buscaba qué hacer con mi vida maniobrando los recursos que esta me brindaba, a veces me quitaba y otras me daba, aprendizaje y esas cosas.
Recuerdo que gracias a la era de las redes sociales comenzó mi caos.
Era por ahí en el 2013, en un trabajo de mierda que detestaba, con un jefe abusador, mi único desahogo era Twitter, en ese momento todo era memes y videos graciosos procedentes de Vine, hacían que mi día fuera bueno, aunque me tuviera que mamar a Dj Balvin de invitado matinal a un programa de la empresa que nadie veía (en ese tiempo el cabro no era tan famoso, debí pedirle una selfie).
Comencé a interactuar con distintos usuarios en el mundo digital, que nos reíamos de las mismas cosas, era entretenido ¡que tiempos Twitter!
A veces me daba insomnio y ahí estaba, pegada en Twitter hablando con gente desconocida, dándole fav (ahora corazones) o retwitteando memes y videos. Conocí que no solo el buzón de mensajes directos (famoso DM) servía para recibir spam, sino que también para conversar. Comencé a hablar con algunas personas, seres demasiado simpáticos, enigmas que generalmente vivían al otro lado de Chile y hacían querer que fueran tus vecinos.
Comencé a hablar con un chico de apellido artístico, creo que nos reíamos el 90% de lo que hablábamos, dios era lo máximo compartir memes con él. Me empezó a gustar, pero no lo conocía y rayos, a esa altura me había dejado tanto estar que no me reconocía en el espejo, me daba pánico que alguien me viera, miedo a no agradar, a perder la dinámica que teníamos, luego él conoció a una chica y el amor surgió, fue una desilusión que él nunca supo, de ahí en adelante lo consideré un amigo de las redes sociales y los sentimientos fueron desvaneciéndose, nunca volví a pensar en él de esa manera, pero él sí conmigo, a esa altura ya no le podía corresponder. Hoy en día ya no hablamos, desapareció de mi vida.
También conocí a otras personas, uno en particular con quien comencé a hablar diariamente, por horas, hablábamos de todo, hasta de lo mas ridículo, recuerdo que estudiaba en la USACH (es un factor común de las personas que conozco), comenzamos a interesarnos cada vez más el uno por el otro. Ya no solo hablaba por Twitter, ya era mi contacto de Whatsapp, me quedaba hasta muy tarde hablando con él, podía contarle lo más ridículo y ahí estaba escuchándome, riéndose de mi yetismo.
Recuerdo que él quería juntarse conmigo (me lo decía reiteradamente) y ahí estaba yo, miedosa, sintiéndome insuficiente y diciendo que no, que después. Mientras tenía ganas de conocerlo pero temía que todo se fuera a las pailas.
Pero las cosas cambiaron, su interés había cambiado, habían más personas rondando, comencé la universidad, menos tiempo tenía y el estrés hacía su aparición, las circunstancias de nuestras vidas ya no eran las mismas, recuerdo que me animé, no quería que todo se fuera al carajo, así que me armé de valor gracias a la barra de personas que me daban apoyo. Podía ganar, que resultara y fuera bonito o que no fuera para mí, que no sintiera lo mismo.
Llegó el día, estaba demasiado ansiosa, me dolía el estómago y estaba aterrada, nos juntamos en Maipú, cuando lo vi me paralicé, no sabía que decir, miraba para todos lados, nos pusimos a caminar, estaba muy nerviosa para estar sentada. Hablamos de la vida, todo genial, llegó la hora de despedirnos, creo que pasaron unas diez micros que me servían, no me quería ir, no sabía que iba a pasar, no me movía, estaba aterrada o expectante, seguíamos hablando, hasta que al fin me fui porque se hacía tarde.
Llegué a casa y la expectativa versus la realidad me hizo caer en cuenta que era obvio que no era lo mismo para él, después hablamos y no, no era lo mismo “me había demorado demasiado en tomar la decisión de juntarme y no se sentía igual”. Me sentí pequeña, diminuta, nada, que había tomado una mala decisión, que tenía la culpa, fea y muchas más.
Luego él se fue de Santiago, todo cambió, me concentré en la universidad o algo así. Pasó un tiempo, no supe de él, luego supe que estaba vivo, ya no sentía lo mismo por él, ya lo había superado supongo, me daba igual. Hoy está ahí, hablándome a veces y no pasamos del “me contestas una vez a la semana y una palabra”. Me dijo hace unas semanas que debió besarme esa vez que nos juntamos, que se arrepiente, pero ya no viene al caso.
Esas historias de Twitter se repitieron, pero no llegaban a nada más de “te puedo ofrecer mi amistad porque no me interesa sentirme mal otra vez”, en algunos casos me odiaron, me trataron mal y nunca más supe de algunos.
Conocí gente por otros medios, lo mismo pasó, me desilusionaba al tiempo, me mudaba de caparazón e ignoraba. Alguien se acercaba y yo salía corriendo, era la mejor táctica, no salía herida, no me sentía mal o débil.
Luego conocí a alguien que era unos años mayor que yo pero no en exceso, comenzamos a hablar, la base fueron los memes, hablábamos todos los días de cómo iba nuestra jornada, memes, notas de voz y llamadas. Me demoré menos en conocerlo en persona, total ¿qué va? A la verga no más, aunque en el fondo no quería que eso pasara porque los memes eran un arte. Nos juntamos, hablamos, me fui, seguimos hablando, seguían los memes, las notas de voz y las llamadas, después el tiempo era complejo no nos juntábamos, luego me contó que tenía un hijo al otro lado del mundo, que lo extrañaba y que iba a viajar porque quería verlo y lo necesitaba, comprensión al máximo aunque yo no tenga hijos. Antes que se fuera cambió mucho conmigo, fue extraño tal vez quería alejarme no sé o simplemente lo distraía de lo que quería realmente. De nuevo desilusión. Se fue, sabía de él cada 15 días o algo así, nada era igual. Hoy seguimos hablando muy de repente.
Comencé a ocupar Instagram para subir fotos, no eran de mí sino de las que tomaba. Los mensajes directos, no pasaban del “bien gracias” y “que bueno me alegro”. Una persona me contactó, no teníamos nadie en común, ni una tienda, comercio, página de memes, nada. Recuerdo que su comentario fue algo en referencia a las fotos, nada fuera de lo común, luego comenzó a preguntarme más allá del ¿cómo estás?, hago hincapié que no soy muy buena para responder a la brevedad, a veces me demoro días, semanas, meses (perdón por eso), con él hablaba como cuatro veces al mes, nada significativo.
Luego que joven padre se fue al otro lado del mundo de vacaciones a buscar a su hijo, comencé a ver más memes en Instagram, por ende estaba más tiempo en la aplicación y podía responder los mensajes con más frecuencia, comencé a hablar más seguido con el cabro, nos dimos cuenta que teníamos cosas en común, un humor similar, comenzó el intercambio de memes y risas. Todo vuelve a la USACH y a Maipú (el segundo nos dio tema por meses). Contacto se mutó para WhatsApp porque “Instagram no es tan fluido mejor dame tu número”. Eran conversaciones de horas y horas, me agradaba (inserte meme de que agradable sujeto) me reía demasiado, era un cabro tranquilo de casa, amaba a su familia, me contó cosas personales, sus futuros planes, le gustaba hablar de su vida supongo. Yo hablaba un resumen de la mía.
Todos los días me decía que quería verme y yo me hacía la loca. Recuerdo que tenía que ir a imprimir el póster de tesis y fui a la altura de República, el cabro trabajaba en O’Higgins, me fui caminando y no me di cuenta cuando ya estaba allá, en el edificio frente a su trabajo, estuve un rato en el parque pensando si quería verlo realmente, que si era necesario o si volvía a caminar hacia la Alameda y soldado que arranca sirve para otra guerra. Creo que había un concierto de Arjona el día anterior con el cual habíamos bromeado y al parecer ese día había algo similar, le pregunté como tres veces sobre Arjona, me dijo que no sabía si iba a estar otra vez, comenzó a sospechar, le mandé una foto de mi zapatilla porque se le había comenzado a despegar un detalle y sospechó más, aparecía un parque en la foto. Luego me dijo “como en 15 minutos más salgo” y yo como que bueno me alegro por ti, llega bien a tu casa, pero era un aviso de parte de él. Me paré y comencé a caminar y a caminar, pasaron los 15 minutos era ahora o nunca (bueno o cuando me fuera a animar otra vez, un mes, cuatro años, no sabía). Estaba en la entrada del parque, la que quedaba casi al frente de donde él estaba, lo vi, era alto, andaba ordenadito, muy profesional, quería salir corriendo, miró para atrás no me vio, me salvé aún puedo correr y abortar misión, fue a un quiosco, me acerqué, creo que compraba agua porque hacía calor ese día, yo estaba casi llegando al quiosco, me puse al lado, me vio ya no me podía escapar.
Se veía que estaba nervioso, yo por mi parte también, caminamos al parque, me dijo “sentémonos, deja tu mochila en la banca”, lo hice, en tres segundos lo tenía dándome un beso, de las sorprendidas lo paré, no podía creer que le había gustado (yo no me gustaba, eso era un tema), conversamos, nos besamos, conversamos, nos besamos, me miraba, lo miraba de reojo porque me daba vergüenza, conversábamos, nos besábamos.
“¿Andas con esa polera no más, no tienes frio?, ¿comamos algo?, ¿o tomamos helado?, sospeché que estabas acá, gracias por venir, eres linda, me gustas, no te vayas, ¿te puedo acercar a tu casa? Igual es tarde para que te vayas sola”, alguna de las cosas que recuerdo me dijo.
Me acercó a casa, mas besos, más miradas, más besos, más intensidad.
Seguían las conversaciones infinitas, el vernos, el caminar de la mano, tirarnos al pasto, ideas, palabras lindas de su parte, me sentía querida y era genial, notificaciones que sacaban una sonrisa aunque el día fuera pésimo, era mutuo, nos queríamos, “te quiero ver” allá corría yo, “te necesito” ahí venía él. Se enfermó, nada grave, pero igual me preocupaba. Presentación de tesis, “estoy nerviosa, la voy a cagar” él estaba en reposo y allá llegó a la universidad, re nerviosa un hola frío de mi parte, nos fuimos, pasamos a su casa no quise entrar, nos fuimos a uno de mis parques favoritos de Santiago, él se sentía mal, “ándate a tu casa, yo me voy en micro”, no me dejó que me fuera sola, me fue a dejar cerca de la casa igual.
Término de semana, de su licencia, de todo. Última ida al parque, todo era hermoso, chocolate caliente y tecito de manzanilla, últimos abrazos, últimos te quiero. Necesitaba contención, andaba triste, se alejó me pseudo pateó, “nuestras realidades son muy distintas”, cuestionamiento de mi realidad, de mí, de lo que quería. Llanto sin parar, vuelve la gastritis, no entendía nada, me sentía miserable otra vez, cuatro de la mañana me rompí una uña durmiendo, despierto, me sangra el dedo, lo recuerdo vuelvo a llorar. Nueve a.m. tenía que ir a trabajar, cara de culo 2.0, ¿qué te pasó? “Estoy pal´hoyo” dije.
Salida con las chicas del trabajo, “una Big Mc, un Mc Flurry hace calor, olvídate de ese saco de huea, no valía, fue mejor ahora que después, él se lo pierde, tú eres bacán, tú eres bonita, toma piña colada, prueba el terremoto, ahora el mojito está más suave”, risas, risas y risas.
Llego a casa, me siento bien, apoyada, tienen razón, les creo, veo el celular era él, me habla, me voy a la mierda otra vez. “Juntémonos” es feriado, ¿por qué dije que sí?.
Estación Baquedano, lo veo otra vez, recuerdo que hace una semana era tan distinto, en mi mente momentos que se cruzaban con el “es un saco de huea”. ¿Dónde vamos? cerro San Cristóbal fue el elegido, pasamos a Bellavista y me invitó a un juguito natural, hacía calor, feriado religioso, estaba repleto de feligreses, “bueno subamos no más”, mala idea andaba con pantalones apretados, las pantorrillas se me pusieron duras como palo, calambre, “mejor otro día”.
¿Dónde vamos? Parque Forestal ahora, echados en el pasto, conversando de sus planes, lo aliento y le digo que me alegra, ninguno me incluía, sabía que no iba a cambiar nada. Abrazo en el pasto, su perfume en mi chaleco, el pasto estaba húmedo así que caminamos mejor, recorrimos Lastarria otro de mis favoritos, yo mirando las construcciones como si fueran algo nuevo y magnifico, me dice que nunca había andado por acá. ¿Tomemos helado? Vamos al Emporio La Rosa (favorito mutuo) me quiere invitar, le digo que no, me pago yo. Caminamos y caminamos, llegamos al GAM, nos sentamos, terminó su helado, comenzó a hablar, yo aún tomaba el mío como si fuera el chocolate araucano más maravilloso del mundo. “Estuve pensando, me gustas, pero no estoy listo para una relación”, hace una semana era al revés, no lo miro y sigo tomando helado. “Yo tampoco quiero nada serio, no tengo tiempo” le refuté. Qué hacemos ahora pensaba, quería ser mi amigo con derecho, ventaja, pero solo podía estar con él, no entendía eso. En mi mente vuelve a pasar la frase “es un saco de huea”, dile que no y corre. Acepto, “seamos amigos no más”. Termino el helado, besos, besos y más besos, agarrón de trasero, besos, besos. “Es tarde”, chao amigo, besos de despedida.
No sé que había hecho, debía haber dicho que no, bueno no importa si es solo amigo.
Me voy de Santiago, llego a la Costa “si no estuviera trabajando me escaparía para allá”, parece que aún le gusto. Pierdo mi pasaje de regreso y paso navidad sola, vuelvo a casa al día siguiente.
Pasan los días me dice “Tengo partido, ¿me quieres acompañar?”, estaba cansada, había sido un día agotador, quería dormir, le digo que sí. Nos juntamos, hablamos, veo el partido, no habían más mujeres, sus compañeros me saludaban, me miraban, ponía cara de estoy súper entretenida y pokerface, estaba cagada de sueño quería mi cama.
Nos despedimos de los demás, de los dos equipos, “espérame en el auto para que no te de frio”, me pasa las llaves pero lo espero afuera no quise entrar. Nos vamos, me besa, cresta me gusta, déjame acá no más, se pasa, estaciona, “no me quiero ir todavía”, sigo cagada de sueño pero no importa, besos, besos, agarrón de poto, besos, besos, abrazo, me apoyo en él, me sentía cómoda como antes. Es tarde, “buenas noches avísame cuando llegues”.
Última vez que lo vi,
última vez que lo besé,
última vez que lo abracé,
última vez que lo escuché.
Conversamos por WhatsApp, tres mensajes por semana. Año nuevo, no me saluda, no lo saludo, no hablamos, viene el papa, ¿viste al papa? “Lo vi por Providencia pasar” me dijo, no hablamos más.
Llega febrero, lo extraño, no hablamos, le da me gusta a lo que subo, ¿estás bien? no me habla, ¿estás enojado? “no, está todo bien”. Trece de febrero subió algo, le iba a comentar, veo comentario de otra persona, era como nos mensajeábamos antes, me siento ridícula, estaba con otra persona, recuerdo su “me gustas, pero no estoy listo para una relación”, todo fue mentira, todo no valía, todo se fue a la mierda.
Catorce de febrero voy al cajero de la bomba de bencina, veo un auto igual al suyo, veo una chica igual que la del comentario, siento que mi corazón de hace trizas, llego a casa, lloro y lloro, ¿en qué me equivoqué? ¿por qué no me di cuenta?, me cuestiono muchas cosas, mando mensajes, necesitaba contarle a alguien. Le escribo políticamente correcto, lloro, lo dejo de seguir en Instagram, lo borro del teléfono, vuelvo a llorar, gastritis volvió, desaparezco. Día siguiente me contesta “sí, estoy saliendo con alguien, lo siento soy un cobarde no tuve el valor para decirte”. Era verdad, no le importaba nada. Los siguientes días fueron iguales, le contesto, “sí, eres un cobarde”, me bloquea, me deja de seguir, desaparece para siempre.
No quiero nada con nadie, angustia, gastritis, odio febrero.
Me meto a Instagram, me sale en sugerencias, lo bloqueo, no quiero que aparezca más, todos se llaman igual que él, la mala suerte me persigue.
Voy al parque favorito a leer, comer y ver series, se vuelve en mi rutina, hago nuevos recuerdos, me veo con amigos, me río, ahora estoy haciendo mi práctica, me siento feliz, ya no lo recuerdo, lo superé. No más pena, no más amoríos.
Conozco a un niño que hacía su práctica en otro lugar, nos reímos, vuelven los memes, las risas, conversaciones sin sentido. Se comienza a ir todo en mi vida a la mierda, lo dejo de lado, no podía lidiar con más. Sigue ahí, me habla todos los días, pide respuesta, le contesto a la semana, colapsa me manda a la mierda. Lo siento, vuelve y lo intenta otra vez. No puedo, perdón. Me odia y desaparece.
Converso con desconocidos, sin motivación pero no quiero hablar con las personas que ya conozco, aparece él, un chico interesante. Conversamos de cosas muy alternativas, nada tan tradicional, tiene mi atención es gracioso e inteligente, cree que soy agradable, me confiesa que me habló en cierta manera por algo superficial, se da cuenta que soy simpática y esas cosas. Ahora solo me gusta conversar con él, cada vez hablamos más y suma interés. Está leyendo un libro, me dice que el escritor aún está en producción del siguiente, me recuerda a Game of Thrones ¡también me gusta!, ahora nos entendemos mejor, me comenta cosas importantes de su vida, le comento cosas importantes de la mía.
Ahora hablamos por otra aplicación, comienzan los audios, me gusta su voz, conversamos todo el día, me río, quiere verme, le digo que aún no, tengo miedo no quiero que pase otra vez lo mismo. Hablamos más y más, me dice que tiene que viajar pronto, desaparecerá por tres semanas, lo más probable que lo extrañaré, queda poco tiempo para poder juntarme antes que se vaya, me pone ansiosa, no me decido qué día juntarme con él.
Pienso en un día, no resulta, me cuenta un dato importante, piensa que me voy a alejar, no me importó sigo ahí.
Me animo, voy decidida a juntarme con él, pero aún no sabe, es fin de semana. Voy a Maipú, ya estoy acá, necesito conocerlo, ¿qué tan lejos te queda el Mall Arauco Maipú? “10, 15 minutos caminando, ¿por qué?” me dice. ¿Estás en pijama? “Sí o sea con buzo, me bañé y me puse buzo, ¿quieres que vaya?”, me cuesta responder, mando un bueno y ya no hay marcha atrás. Juntémonos en la pileta le digo, olvido que hay dos, me lo hace saber que no es solo una.
Lo espero, camino por dentro del mall sin parar. Me pregunta si tengo pañuelos desechables, respondo que no pero tengo confort. Llega su mensaje “ya llegué”, “ya estoy en la pileta, ando con un abrigo azul, con un paraguas para que no me confundas”, muero de nervios, me acerco a la pileta y estaba sentado en la misma banca en donde le envíe los mensajes iniciales, voy despacio, no sé qué hacer. “Toma”, le paso el papel higiénico, me dice que me siente, conversamos, me da vergüenza mirarlo, siento que me mira, me da risa, parezco niña de básica, “caminemos”, abre el paraguas, me tapa de la lluvia, nos acercamos al cine, apostamos que si íbamos al cine él me iba a besar y tendría que invitar otra ronda de película. Me pregunta si es válido, estamos fuera del cine, me río, seguimos caminando, me besa, me río, seguimos besándonos, ganó, le gusto debo entradas al cine. Caminamos, nos besamos, caminamos, nos besamos, me da vergüenza la gente que pasa, me besa, hablamos, caminamos, salimos del mall, hablamos, nos besamos, volvemos al mall, nos besamos más, me va a dejar a Pajaritos. Más besos, me voy.
Hablamos, juntémonos otra vez, te quiero, es tarde y seguimos hablando.
Creo que me gustaba, creo que yo le gustaba, esto era lindo. Hace rato no confiaba en alguien, hablamos, sonrío, no era partidario de los memes pero no le molestaban, me limito a mandar pocos.
Hablamos y hablamos, nos juntamos, “vamos al cine”, no alcanzaba a llegar a la función, recorrimos Providencia, fue extraño, “deja contestar” toma su teléfono, miro los autos pasar, quiere algo que no le puedo dar aún, se pone serio, me pregunto ¿estoy mal?, contesta el teléfono, se acerca me besa y me besa, lo pide otra vez, no quiero aún, se nota la molestia en su cara.
Caminamos y caminamos, tengo los pies congelados, hay un poco de nieve, me abriga, siento su olor, me siento segura, me besa. Es tarde, me voy en micro, “mejor vete en metro”, nos vamos en metro hasta Las Rejas, mantiene distancia en el metro, me bajo, chao. Me avisa que llega bien. Hablamos, tiene que viajar, lo quiero ver antes que se vaya, no nos coinciden los tiempos, me bajoneo, estoy en la universidad, me llama, espero que me diga que me quiere, no lo hace, me bajoneo más. Después le comento, me lo dice y otras cosas más, me pone feliz.
Llego a casa, él estaba ocupado, lo espero, me quedo dormida, me habla, me llama, yo ya estaba dormida, despierto, él ya estaba viajando. Pienso que no hablaré por días con él, lo extrañaré, ¿me extrañará?.
Hablamos todos los días, pero poco, me quiere, lo quiero.
Hablamos todos los días, pero poco, me quiere, lo quiero.
Espero noticias de él, llegan me pongo feliz. Cosas cambian, no me habla o trata igual, me asusto, me da pena, lloro. No lo entiende, “no te pases rollos”. No importa, estoy estresada. Pasan tres semanas así, las cosas cambian un poco, quiero decirle muchas cosas pero cuando vuelva.
Vuelve, pienso que querrá verme, no lo dice. Pasan días, conversamos, veámonos.
Jueves en la tarde, llueve, “Cine Hoyts del centro” yo ni idea dónde queda. Tenía que llegar al Vivo Imperio, primero voy a otro lugar, me equivoco de dirección (siempre me pierdo en el centro), llego, me pilla en la escalera, ¿quieres cabritas? No ¿algo? Agua sin gas, compra cabritas, una agua sin gas para mí y una con gas para él. Vemos Jurassic World: El reino caído, estoy feliz, la quería ver para saber qué pasaba desde la anterior. Me ofrece cabritas, no quiero, él no almorzó, le digo que coma no más. Me da la mano, se acomoda en mi hombro, yo cerca de él. Lo extrañaba, me besa, me abraza, estoy feliz.
Termina la película, nos vamos. ¿Quieres un café? No, bueno ya. Vamos a Starbucks, un mocha, ¿tú qué vas a pedir? “Yo no quiero” y pienso que el café era porque también quería uno. “Hace rato que no tomo café”, pero toma tecito le digo, resiste, me dice que no. Esperamos y esperamos, lo miro, me gustan sus ojos, su pelo chascón, sus expresiones, su boca, su olor, me gusta. Talla por lo lento de la entrega del café, están cerrando aún no hay café, nos reímos. Nos vamos con el café.
“Caminemos para el metro Santa Lucía”, lo sigo, me abraza, me besa, se me olvida que ando con el vaso de café. Lo quiere hacer, le digo que aún no, me dice que quiere mucho, no sé qué hacer, le digo que espere, me dice que ya no puede esperar más, siento presión, pero no puedo aún. Nos vamos al metro, Pasamos por el Teatro Municipal de Santiago, me encanta ese lugar, lo quedo mirando hasta que lo dejamos atrás. Llegamos al metro, tomamos el metro, nos miramos, hablamos, se pone colorado, sus ojos medios rojos, le digo que está rojo, lo atribuye a que tiene mucho sueño, dudo, creo que puede ser otra cosa, no digo nada solo un “ahhh”. ¿Dónde te bajarás? me pregunta, “yo creo que en Las Rejas, hay muchas pozas que cruzan la calle”, me acuerdo del meme época de salto largo, me da risa. Me comenta algo de su chaqueta, me comenta que se viene su ex pareja a Santiago, pienso que volverán pero no digo nada.
“Caminemos para el metro Santa Lucía”, lo sigo, me abraza, me besa, se me olvida que ando con el vaso de café. Lo quiere hacer, le digo que aún no, me dice que quiere mucho, no sé qué hacer, le digo que espere, me dice que ya no puede esperar más, siento presión, pero no puedo aún. Nos vamos al metro, Pasamos por el Teatro Municipal de Santiago, me encanta ese lugar, lo quedo mirando hasta que lo dejamos atrás. Llegamos al metro, tomamos el metro, nos miramos, hablamos, se pone colorado, sus ojos medios rojos, le digo que está rojo, lo atribuye a que tiene mucho sueño, dudo, creo que puede ser otra cosa, no digo nada solo un “ahhh”. ¿Dónde te bajarás? me pregunta, “yo creo que en Las Rejas, hay muchas pozas que cruzan la calle”, me acuerdo del meme época de salto largo, me da risa. Me comenta algo de su chaqueta, me comenta que se viene su ex pareja a Santiago, pienso que volverán pero no digo nada.
Llegamos a Las Rejas, me bajo, él también. Subo por la escalera errónea, me va a dejar al paradero, me besa, vibra su teléfono, le digo que conteste, me dice que tiene que ir a otro lado, donde una amiga, me hago la loca, no quiero ser celosa. Espero la micro, me abraza, me besa, quiere hacerlo, ¿sí o no? No sé qué responder, me mira fijo, no sé qué hacer, dudo, viene la micro. “Ya ándate”, me manda a la micro con su brazo en mi espalda, casi me caigo, no se da cuenta, desaparece. Pienso cosas en el camino a casa.
Llego, le aviso, pido que también lo haga cuando llegue donde fuera. Me avisa que llegó, me comenta que tal vez no duerma, no presto atención, no quiero ver. Buenas noches.
Desaparece todo el viernes, pienso que se enojó, me siento mal, todo se fue a la cresta. Borro todo lo mío de la conversación. Aparece enojado, cortante, se va. Quedo peor, me siento peor, todo se fue a la cresta ¿verdad?. Lo extraño, quiero hablarle, no acepta llamadas, lo sigo extrañando. Desaparece otra vez, pregunta cómo estoy, me dice que cometió un error. Habían dos opciones, “no debí ser así, perdón”, “algo pasó con la amiga”. Hubiese querido que fuese lo primero, pero era lo segundo. Me siento como el hoyo, ese mismo día habíamos estado juntos viendo una película y riéndonos. No entiendo, me siento tonta, ¿fue mi culpa?, ¿soy muy lenta?, ¿hay algo malo conmigo?. Me comenta otra cosa, tal vez vuelva con la ex, me siento más para el hoyo, me siento más tonta, definitivamente había algo malo conmigo. Me pide perdón, le pregunto si me quiere, es ambiguo, no lo sabe realmente, hace una semana me había dicho que estaba enamorado. Ya no entiendo nada.
No le interesa algo conmigo, justifica que en este momento no puede, es un cacho, no puede darme lo que yo quiero, me pide perdón, desaparece. Lloro, lloro, vuelve la gastritis. Me siento más mal, pienso que es una broma, pido que sea una broma, no lo es. Lloro, lloro, quiero gritar, no puedo gritar, lloro, duermo, como pizza, veo Modern Family, lo extraño, no aparece, leo, leo y releo lo que escribió, lloro, me siento mal. Para todos estoy bien en casa, cierro la puerta, lloro no puedo evitarlo.
Aparece, escribe que todo le recuerda a mí, pide perdón. No escribo nada, borra todo. Le pregunto por qué borró todo, le digo que no alcancé a ver, quería que me dijera que todo le recordaba a mí otra vez, no lo dice, me dice que nada importante, al final me dice que me pidió perdón, nada más. Me da pena, lloro. ¿Me extrañas? Me dice que sí, ¿me quieres? No sabe. Me da pena, vuelve el llanto, él desaparece. Necesito hablar, necesito decirle a alguien que estoy mal. Todos tienen sus propios problemas, no quiero molestar.
Pienso tonteras, teorías y conspiraciones dignas de Salfate, quedo peor, me siento una mierda, ¿estoy mal?, ya no quiero intentarlo con nadie más si siempre termina así. No me puedo concentrar, necesito repasar, defiendo en semanas, se me vienen a la mente recuerdos, risas, memes, conversaciones, su voz, su olor, su cara, sus ojos, su boca, su nariz, su pelo chascón. Lo extraño, ¿me extrañará?, lloro pienso que no, me siento insignificante otra vez.
Hablo dos horas por teléfono con alguien, un salvavidas del momento sad, me trata de subir el ánimo, me dice lo suertuda que soy de poder arrancar a tiempo, que no debo sufrir, que no vale la pena, que yo valgo más, hablamos de otras cosas, me olvido un momento, me río, quisiera que fuera nuevamente él, lo extraño. Me mandan a ver una película, “Nuestros Amantes”, la veo, lloro, me río, lloro. La comentamos, son las 6 am, no doy más, estoy cansada, me duelen los ojos, lo extraño. Le escribo, lo mando, lo borro, lo mando, borro todo. Le escribo.
Me contesta, me deja en claro que no nos volveremos a ver más, quiere que esté bien, no quiere hacerme más daño, quiere que sea feliz pero con otra persona. No puede seguir nada conmigo, lo siente.
No sé qué responder, cuestiono si en algún momento le importó que lo esperara, que lo extrañara, que lo quisiera, que me preocupara, que lo aceptara. Me estaba sacando de su vida por escrito, me vuelve la pena, vuelvo a llorar, me siento tan sentimental que me enoja, no puedo creer que otra vez esté así, la puta gastritis vuelve.
Recuerdo conversaciones, momentos, me da pena, me enojo, lo extraño, no volverá, me tendré que acostumbrar, siento vacío otra vez, quiero que me hable, no lo hace, quiero que me diga que le importo, no me habla, quiero volver el tiempo atrás.
Aún lo proceso, aún lo extraño, aún me siento mal, aún tengo angustia, aún no me puedo concentrar.
Aún lo proceso, aún lo extraño, aún me siento mal, aún tengo angustia, aún no me puedo concentrar.
Me habla, me dice que le importo, que todo lo que me dijo era cierto, que quiere que sea feliz, que esté bien pronto, que fue todo real de su parte, que lo siente, que piensa que es lo mejor ¿qué era lo mejor? No me contesta.
Escribir esto me ayudó, me daba paja contar porque andaba de las sad y explicar diversas cosas.
Aproveché de hacer una cronología de las desafortunadas experiencias que he tenido, pero que a su vez me dejaron aprendizaje.
Después de unos días o semanas las cosas se tranquilizaron, me acostumbré a no quedarme en ese estado, tal vez sea decente ver películas con temáticas relacionadas mientras tomas helado, no bañarte por tres días seguidos, llorar porque sí y escuchar música triste para colocar más limón en la herida. Pero la vida sigue, tus metas y sueños aún están esperando por ti, estás confeccionando tu futuro, que no sea sin bañarte, llorando y tomando helado. Así que como dice Edna Moda "¡Ve! enfrenta el problema, ¡pelea! ¡gana!”